Todo lo que pasa, ¿por qué pasa? Hay quienes creen que es porque tiene que pasar, cosa del destino dicen, otros creen en las probabilidades, en las estadísticas. Pero yo creo que las cosas pasan porque hay ganas.

Y de pronto una noche cualquiera lo compruebas. No llamó a mi puerta, pero igual entró, era una bonita mirada, de esas que te miran y no quieres ni que parpadeen, porque consideras que eso es perder el tiempo. Al instante ya nos habíamos desnudado, de prejuicios, de orgullos, de miedos, de pasados. Y se sentía tan bien.

Y a todos nos llega una noche de suerte, de golpe, no te lo esperas, pero pasa. Conoces a alguien que creías extinto, ese que juraste no volverías a conocer, y asusta, y no quieres que se termine el instante, aunque sea sólo eso, pero en realidad te sepa a otra cosa, a eternidad por ejemplo. Hay noches... Y luego noches en las que no necesito nada mas que girarme y encontrarte a mi lado en el sofá. Los calcetines de colores, las gominolas con azúcar, masturbar con la lengua, adelantar el reloj cinco minutos para seguir llegando igual de tarde, o más. Dormir poco y acariciar lento.

Todo eso que (nos) pasa. Qué bueno que pase. Pero sobre todo, qué bueno que pase con ganas, y que las ganas te guíen, que sea esa mirada que te sacuda, los nervios previos antes de escuchar su voz. Qué sea lo que tenga que ser, pero con ganas, Mis ganas, las tuyas. Y por ahí, las nuestras.

El mundo discutiendo sobre arte, y siempre gano yo, que te veo caminar a mi lado.

Feliz 14 de febrero, 🐼.

/Álvaro