domingo, 14 de febrero de 2016

Perseide.

Aún tengo en casa esa caja que contiene tus pasos por mi vida, los recortes de canciones y unas cuantas sonrisas. Ha estado rodando por todas las habitaciones hasta que he tenido que esconder mis ganas de volver a verte con ellas. Está bajo mi cama. Que bonito era no ser nada, pero juntos. Sinceramente, no duele perderte, duele dejar de ser tu sabor preferido. Te veo en un blanco y negro precioso, a miles de kilómetros de mi. Aprendo de tus comas, de tus renglones, de tus errores... Sigo pensando que la literatura tiene una deuda contigo y que deberían prohibir tu olor en otros cuellos. Sigo necesitando aprender(te). Como tú dices, me comió el personaje y se me intuyen los estados. Ojalá dentro unos años pueda encontrarte y decirte que la vida tenía más sentido contigo.

Al fin y al cabo, la vida son besos mal dados, impuntualidad en las citas, caricias a medias y cafés fríos. La vida es no encontrar el momento adecuado y hacer de algo que podría ser perfecto, algo totalmente imperfecto. La vida es encontrar los brazos que sepan ser casa, los besos que sepan cuándo ser dados, las ganas de esperar a alguien aunque llegue tarde, la razón por la que un café se quede frío. 

La vida es la curiosidad de cuál es la carta que está debajo y un continuo quédate conmigo aunque pierda la partida.





/Álvaro

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