Pues algo así soy yo. Si me ves roto, no trates de recoger los pedazos. Quizás en eso consiste el desorden, en ese mensaje que te escribí de madrugada. Lo tengo guardado en el móvil. Entre los borradores de escritos que ya ni corrijo porque apenas escribo. Porque no tengo nada que decir. Porque no se escribir si no es a ti.
Puede que lo guardase pensando que se me había ocurrido una idea genial para que vuelvas. El plan perfecto en un solo mensaje, en cuatro palabras basta. Pero siempre me sorprenden los amaneceres, el mundo se despierta y yo bajando las persianas. Creo que a este nudo en la garganta se le puede dar otra vuelta. Y pongo otra canción. Cuantas te he dedicado sin que lo sepas, cuantas hablan de ti, de las noches sin dormir, de tu magia y los efectos especiales.
Siento esta adicción por lo imprevisible, por la inestabilidad y los errores (in)necesarios. No hay nada que pueda añadir al listado de mis continuas catástrofes con las que he construido este desorden. Pero a los monstruos de mi armario siempre les ha dado miedo el final feliz. Supongo que como a mi. Si algún día ordenara la habitación encontraría todo lo que me faltas. Creo que voy a salir a buscarte, plantarme estés donde estés, seguro que estas preciosa, como en una fiesta de graduación, como un beso bajo la lluvia. Y rompernos a la vez.
Tengo un mensaje sin destinatario escrito entre los borradores del teléfono que dice:
Tengo un mensaje sin destinatario escrito entre los borradores del teléfono que dice:
Te echo de menos.
Y es a ti.
Y es a ti.
/Álvaro
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