lunes, 20 de julio de 2015

Voy a romper las ventanas.

Enumero una a una todas las cosas que he perdido, por si acaso estar al tanto de mis carencias me volviera menos vacío, como si la ignorancia no fuera siempre la alternativa más satisfecha. A mi me enseñaron que los problemas hay que partirlos en otros más pequeños, y éstos a su vez dividirlos en otros más sencillos, hasta ser capaz de ir solucionándolos uno por uno, decidí entonces que tal vez aquella insoportable idea de una vida sin ti se haría más llevadera si fraccionaba tu ausencia en otras más pequeñas y asequibles, esas ínfimas derrotas que son los mensajes que no llegan, los besos que no se dan. De ventanas rotas y besos en la frente, respirando a duras penas bocanadas de oxígeno entre tanto aire enrarecido. 

Y disculpa si ayer se me olvidó decirte que contigo no es lo mismo que sin ti. Escribo mientras veo como se escapa otra vez y creo que es mejor no pensar, dejarlo estar, que contigo todo es verso y casualidad. Y me siento violado por tus ganas cuando usas esa sonrisa, esa sonrisa que siempre gana. Ahí estoy, siempre, en el limbo que une el cielo con tus manos, justo en la brecha que desquicia al éxito frente al fracaso. Bailaré sobre otras vidas que se arruinen sin tus labios, y perderé trenes. Trenes que conduzcan tan lejos, que sean capaces de callar tus orgasmos. Tan deliciosos… Tan regalados…





Tal vez, ¿has pensado en renunciar? Yo aún no.

/Álvaro

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