Quien me conoce sabe que no creo en las listas de propósitos (Porque no las cumplo). Cuando uno quiere hacer algo empieza a hacerlo y ya está, no es necesario escribirlo en un papel, ni marcarlo en una fecha. Si quieres correr, corres. Si quieres follar, follas. Si quieres sufrir, sufres. Y si quieres enamorarte, te enamoras. Y punto. No quiero decir que no influyan los factores externos, pero sin duda la predisposición para hacer o sentir algo funciona incluso en lo sentimental. Y no lo critico. siempre llego a la conclusión de que el amor es eso: un autoengaño, llámalo mejor una mentira piadosa. El etiquetado de una serie de sensaciones bajo una palabra que nos han enseñado que debemos alcanzar. Pero al final no importan tanto los conceptos, como en todo, lo único importante es si merece la pena. Una vez me preguntaron algo sobre mi prototipo de chica por la que perdería la cabeza y la verdad, no supe contestar, soy raro para eso, siempre habrá algo que me guste a mi y a nadie más. Así de simple. Y aún así, como todo ser humano viviente, alguna vez he hecho alguna de esas listas de propósitos. Y quizás haya merecido la pena, porque me ha servido para darme cuenta que realmente no deseaba ninguna de las cosas que había escrito.
Quizás este año haya perdido más que ganado, pero bueno es cierto lo que dicen, que están los que importan de verdad y pese a tanta despedida involuntaria, incluso sin decir adiós. Pero cuando conocemos a alguien aceptamos inconscientemente la condición de perderlo, y aún así nos atrevemos a necesitarlo, asumimos el pacto de rompernos un poco porque sabemos que la reconstrucción no existe (hazme caso), pero siempre podremos vivir con grietas. Quien no está acostumbrado a echar de menos es porque aún no ha vivido nada. Aún así, no puedo evitarlo. No puedo evitar despertarme en esta cama y echar(te) de menos y desear con todas mis fuerzas recuperar un poco de mi inocencia, y sentir ese calor que se siente cuando alguien te quiere sin más. No puedo evitar romperme un poco cada vez que me acerco a todo aquello de lo que me intento, constantemente, alejarme. Y observo las fotos de la pared, y recuerdo que yo siempre he querido ser esto, el que siempre saltaba al vacío, sin miedo de romperme. Y aún así, aunque salte, aunque apueste por causas perdidas, aunque tenga demasiados principios fingidos y entienda que aceptar algo no implica comprenderlo, aquí estoy un año más. Y yo que sé, supongo que después de todo, soy como siempre he querido ser. Con mis desperfectos, mi desorden y mis ganas de morder fuerte.
Feliz año 2014, misma pista de baile, misma canción y déjate de despedidas esta vez.
/Álvaro
No hay comentarios:
Publicar un comentario