viernes, 30 de agosto de 2013

Paciencia.

Aquí en la ciudad el tiempo sigue siendo tiempo. Tiempo para los que esperan, desesperan y para los que intentan retenerlo. Nadie salva el mundo hoy y nada cambia de una hora a otra, solo muerde el polvo mi paciencia. Nada se mueve en esta ciudad y lo único que pasa, es el tiempo.

Otros días es peor, y se vuelve lento, por el eco de tu voz sonando tan lejos. Y alguien me roba el mes de abril
desde algún tocadiscos viejo. Otra vez igual. Puede que allí en Madrid el tiempo haya dejado de ser tiempo. Que por sus calles estalle tu risa y se congele la ciudad en un segundo eterno.

No lo sé.

Tal vez estés mejor sin mi. Tal vez leas un libro de Bukowski o de García Márquez y me busques en sus páginas. O hayas perdido en medio del océano el recuerdo de mi aliento. Desde que te has ido no encuentro la manera de librarme de ti. Y puede que cuando vuelvas, vuelva la primavera en este invierno eterno.

Solo sé que tengo miedo. Del tiempo cuando no pasa. De ti, que no me escribes diciendo: -no consigo olvidarte. A mí me esperan cientos de renglones en blanco y días que se acumulan tras los cristales como gotas de lluvia en plena tormenta de verano, miradas huidizas y corazones vacíos, ciudades en las que no hablan tu idioma y prisas por tropezarte en cualquier rincón en el que nunca has estado. Buscando tu olor por las calles al mismo tiempo que esquivo charcos y sombras del pasado, la rutina que acompaña a lo ya conocido y el miedo de no saber cómo encontrarte cuando vuelva la vista.

Aquí en la ciudad, hace tiempo que no nos vemos y yo sigo despierto en la cama.


/Álvaro

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