Solo recuerdo que era una de esas noches que todo sale perfecto, en las que la cantidad de nubes dejaba todo atrás para que viéramos las estrellas. Más, si al levantar la mirada tropiezas con ella, que gana fácil en las distancias cortas y te encuentras con las ganas rebosando en la garganta y estallando en las pupilas. Ella hablaba de no sé qué ciudad o de quién sabe qué canción de Maroon 5 o Guetta. Sabe Dios. Porque yo, en aquel instante raro, en lo único que podía pensar era en los escasos centímetros que separaban nuestros labios. Conté en silencio... uno, dos, tres... Hasta que el desliz resultó evidente. Tengo las horas contadas contigo, pero ella quería librarse del frío que la ciudad te deja cuando alguien se va. Y en aquel instante efímero que tanto intentaba retener, dobló una esquina de mi vida como si fuera la página de un libro que quieres recordar.
Cuando por la mañana el sol comenzó a salir, no me creía aún todo lo que pasó aquel día. La mayoría de las personas se equivocan, y llaman casualidad a la sincronicidad, que podría definirse como la coincidencia significativa de sucesos en los que están implicados algo más que el puro azar. Casualidad o no, tenía ganas de tener(
/Álvaro
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