viernes, 7 de junio de 2013

Just one last time.

Bailé con ella solo porque me prometió que esa noche no dormiría solo. Y de repente, estaba tan cerca que hasta podía percibir el leve roce de su silueta contra mi brazo, un contacto casualmente ejecutado que hacía que se me erizara la piel de todo mi cuerpo. Sonaban esas canciones que odio entre semana. El sol no salió aquel día, tampoco nos hizo falta más, (re)encontrarnos fue la mejor parte del juego. Y es que cuando dos huracanes se juntan, todo sale por los aires. Y yo me acomode a ese aire, a ese error constante, fue algo más que un juego, memorizaste las reglas, pusiste las tuyas y cosa de efecto dominó, cuando mueves una ficha el resto del juego cambia y es ese el momento en el que te olvidas de la seguridad, de lo cotidiano, de lo conocido, del plan establecido, de las reglas. Te sumerges en un estado de alerta hacia las señales del exterior y descubres en ellas una conexión. Como si todo lo que te rodea te estuviera mandando el mensaje de que la vida tiene su plan secreto para ti.

Solo recuerdo que era una de esas noches que todo sale perfecto, en las que la cantidad de nubes dejaba todo atrás para que viéramos las estrellas. Más, si al levantar la mirada tropiezas con ella, que gana fácil en las distancias cortas y te encuentras con las ganas rebosando en la garganta y estallando en las pupilas. Ella hablaba de no sé qué ciudad o de quién sabe qué canción de Maroon 5 o Guetta. Sabe Dios. Porque yo, en aquel instante raro, en lo único que podía pensar era en los escasos centímetros que separaban nuestros labios. Conté en silencio... uno, dos, tres... Hasta que el desliz resultó evidente. Tengo las horas contadas contigo, pero ella quería librarse del frío que la ciudad te deja cuando alguien se va. Y en aquel instante efímero que tanto intentaba retener, dobló una esquina de mi vida como si fuera la página de un libro que quieres recordar. 


Cuando por la mañana el sol comenzó a salir, no me creía aún todo lo que pasó aquel día. La mayoría de las personas se equivocan, y llaman casualidad a la sincronicidad, que podría definirse como la coincidencia significativa de sucesos en los que están implicados algo más que el puro azar. Casualidad o no, tenía ganas de tener(te) un día así. Tenía que decírtelo.



/Álvaro


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