El murmullo de la ciudad me dice que te largas, y sí, siempre he sabido dónde estabas; pero no te he querido encontrar. ¿Explicaciones? Las sabes, sabias perfectamente que podías llegar a doler mucho. Pero créeme, que a veces cuando pierdes ganas el doble y a veces cuando ganas, pierdes la mitad. Y sin mi, has ganado más. Que las victorias no llenan si nadie las comparte contigo y las derrotas, saben dulces si compartes el colchón. No es nada nuevo, pero si te quedas más tranquila, yo también he pasado muchas noches en vela por ti.
Esto es una despedida (de mierda) para agradecer todo el tiempo que has dedicado a (d)escribir una historia que pudo ser mejor, o tal vez peor, siempre nos queda el margen de la duda. Siento ser tan idiota a veces, no pretendo que me entiendas, que se que lo harás, porque tu eres tú. Pero lo que trato de decir, es que hace una vida y media que tenía tu voz en los oídos y de repente, me he encontrado dando la vuelta al mundo para no ver tu mirada. Y entonces va ese tío y se tira desde la estratosfera. Y pienso que qué sabrá ese tal Felix sobre el vértigo si nunca ha mirado el precipicio que hay en tus ojos.
Todo lo que podríamos haber sido tú y yo, si yo no fuera yo. Desearte toda la suerte del mundo, dónde quiera que te vayas, todo ira bien y no te digo que ya sabes dónde estoy, porque hay puntos finales que no necesitan dos puntos de más para saber que los momentos contigo fueron únicos, como tú.
Infinitamente agradecido.
/Álvaro
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